El apetito humano es un fenómeno biopsicológico que refleja la compleja interacción de los procesos biológicos, psicológicos y ambientales en la expresión general de la ingesta de alimentos.
Cómo el apetito humano interactúa con el gasto de energía y se ve afectado por él, se ve mejor dentro de un marco de balance de energía. Definir qué impulsa e inhibe el apetito es esencial para la etiología del consumo excesivo y el desarrollo de la obesidad en los seres humanos.
Se cree que el control inhibitorio del apetito se logra a través de una serie de péptidos derivados del tejido adiposo y gastrointestinal que modulan el hambre y la saciedad de una comida a otra (episódica) y día a día (tónica). Hasta la fecha, se ha prestado mucha menos atención a los orígenes biológicos del impulso para comer.
Recientes estudios transversales reportan asociaciones positivas entre la masa libre de grasa y la tasa metabólica en reposo con el hambre, el tamaño de la comida y el consumo diario de energía en individuos con peso estable.
Se ha interpretado que estos datos sugieren que la actividad metabólica de la masa libre de grasa crea un impulso funcional para comer que garantiza que la ingesta de energía cumpla con los requisitos energéticos basales de los tejidos y órganos vitales.
En esta revisión, analizamos la naturaleza y el alcance de la regulación del peso corporal, qué impulsa e inhibe el apetito humano, y las relaciones dinámicas entre el gasto de energía, la composición corporal y la ingesta de energía durante los períodos de equilibrio y restricción de energía.
El apetito humano como una interacción entre la biología y la psicología
El sistema del apetito humano comprende un conjunto de procesos que influyen en la ingesta de energía (IE), es decir, el consumo de alimentos y los impulsos motivacionales asociados, como el hambre. Este sistema interactúa con y está influenciado por el gasto de energía (EE). En consecuencia, el apetito humano se considera mejor dentro de un marco de balance de energía.
La esencia del apetito humano es que vincula los entornos interno (fisiológico) y externo (social, cultural, físico y psicológico).
Por lo tanto, esta interacción significa que el apetito humano es un fenómeno biopsicológico interactivo. Es importante que los humanos sean omnívoros y, por lo tanto, puedan consumir de una amplia gama de materiales alimenticios. Esta capacidad confiere una ventaja evolutiva y ha permitido a los humanos colonizar cada parte del planeta.
Sin embargo, en un entorno alimentario tecnológicamente avanzado, con una gran cantidad de alimentos altamente procesados y con un fuerte atractivo sensorial, el hábito omnívoro (priorizar la elección de alimentos) es desventajoso y genera vulnerabilidad al consumo excesivo y la obesidad. Curiosamente, la elección de alimentos depende de características tales como la geografía, la cultura, el clima y la religión; no está fuertemente programado biológicamente.
La expresión del apetito y la ingesta de alimentos en los seres humanos refleja la compleja interacción entre los procesos biológicos, psicológicos y ambientales. Desde una perspectiva biológica, las señales excitadoras e inhibitorias se combinan para crear un sistema regulador homeostático que refleja una integración de las señales agudas de comida a comida con necesidades nutricionales y energéticas a largo plazo.
Sin embargo, el control del apetito homeostático no parece estar bajo una regulación estricta, y los mecanismos biológicos que influyen en lo que comemos (es decir, la elección de los alimentos) anulan fácilmente los mecanismos biológicos que influyen en la cantidad que comemos.
El déficit de energía y la pérdida de tejido corporal parecen alterar la fuerza de la retroalimentación homeostática y provoca respuestas compensatorias que promueven un aumento de la ingesta de energía (IE) y disminución del gasto energético (EE) para resistir la pérdida de peso y socavar los intentos de mantenimiento de la pérdida de peso.
Las intervenciones deben dirigirse específicamente a minimizar los cambios compensatorios en el apetito durante la pérdida de peso para desarrollar opciones de tratamiento más eficaces.
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