La fiebre tifoidea es una infección potencialmente mortal causada por la bacteria Salmonella typhi. En general se propaga por agua o alimentos contaminados, siendo este germen identificado a través de cultivos microbiológicos.
Una vez ingerida, la S. Typhi se multiplica en el interior de los macrófagos y se extiende por todo el cuerpo por el torrente sanguíneo, desde donde viaja hasta la médula ósea, el hígado y la vesícula biliar y se libera en la bilis y en las heces.
Sus principales síntomas son fiebre, fatiga, cefalea, náuseas, dolores abdominales y diarrea. Algunos pacientes pueden presentar erupciones. En los casos graves pueden surgir complicaciones de importancia, que a veces incluso resultan fatales. Aun cuando los síntomas desaparezcan, a veces el enfermo sigue siendo portador, lo que significa que puede transmitir la bacteria otras personas a través de las heces.
Se estima que cada año contraen fiebre tifoidea entre 11 y 20 millones de personas y que entre 128 000 y 161 000 de ellas acaban falleciendo. El mayor riesgo se da en las comunidades pobres y los colectivos vulnerables, incluida la población infantil.
Epidemiología
La prevalencia de la fiebre tifoidea es desconocida, pero se encuentra con mayor frecuencia en Asia, África y Sudamérica, donde el acceso al agua potable tratada adecuadamente puede ser limitado. Es poco frecuente en Europa y en los países occidentales, y generalmente sólo se produce importada de una localización endémica. La incidencia anual en Europa se estima que es menor de 1/30.000 personas/año.
Descripción clínica
Los síntomas suelen aparecer 1-7 días tras la ingesta de la bacteria e incluyen fiebre alta (de 39 a 40ºC), escalofríos, estreñimiento o diarrea, dolor de cabeza, dolor de estómago, malestar, erupción en forma de manchas planas de color rosa en el pecho y hepatoesplenomegalia. La temperatura sube durante 2-3 días y permanece alta durante otros 10-14 días, acompañada por bradicardia y postración. En casos graves, puede producirse delirio, estupor y coma. En el 1-2% de los pacientes, las lesiones intestinales pueden llevar al sangrado y a la muerte. Otros pueden desarrollar neumonía entre la segunda y la tercera semana.
La hemorragia intestinal y perforación (normalmente en el íleon terminal) es una complicación grave que puede sobrevenir 2-3 semanas tras la infección, y suele ocurrir en países en desarrollo donde el tratamiento no está siempre disponible. El periodo de convalecencia puede durar varios meses. Los pacientes pueden ser portadores tras la desaparición de los síntomas. Con tratamiento, la mayoría de los pacientes se recupera tras 5-7 días de terapia y el fallecimiento por esta causa es muy poco común.
Métodos diagnósticos
El diagnóstico de la fiebre tifoidea se sospecha en pacientes con fiebre que han viajado recientemente a un área donde la enfermedad es endémica. La única metodología capaz en la actualidad de confirmar fehacientemente el diagnóstico de fiebre tifoidea implica un cultivo microbiológico para detectar S. Typhi en la muestra de heces o sangre. La reacción de Widal, un test basado en la aglutinación antígeno-anticuerpo, se utiliza sólo en países en vías de desarrollo ya que es rápido, económico y no requiere de un laboratorio especializado, pero carece de sensibilidad y especificidad.
Diagnóstico diferencial
Otras bacterias, virus, o parásitos patógenos causan enfermedades similares a la fiebre tifoidea como la malaria, el dengue, la leptospirosis, el tifus por rickettsias (consulte estos términos) y la gripe.
Manejo y tratamiento
La fiebre tifoidea se trata con antimicrobianos, normalmente fluoroquinolonas, que son esenciales para la eliminación de bacterias. Los pacientes suelen empezar a recuperarse transcurridos 2-3 días, pero deben completar el curso del tratamiento para prevenir una recaída o la permanencia de la infección de forma latente. Si se produce una perforación intestinal, es necesaria una intervención quirúrgica inmediata. Cuando se viaja a países donde la fiebre tifoidea es endémica, se recomienda la vacunación. Las dos vacunas autorizadas actualmente disponibles son la vacuna viva atenuada Ty21a (oral) y la vacuna de polisacárido Vi (parenteral). Los viajeros deben tomar precauciones para evitar la ingesta de agua no potable y comida preparada en condiciones higiénico-sanitarias no adecuadas. Cualquier caso de fiebre tifoidea debe ser informado inmediatamente. Los alimentos no deben ser manipulados por personas que han estado infectadas con fiebre tifoidea recientemente ya que todavía podrían ser portadores.
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