Frecuentemente en las consultas periodontales se recibe pacientes adolescentes o preadolescentes con gingivitis generalizada. Generalmente, vienen acompañados por los padres y presentando muy mala higiene oral. Los casos son bastante interesantes ya que; dependiendo del perfil de cada paciente, la salud oral también presentará respuestas diferentes a lo largo de los años.
Así, algunos pacientes que se presentaban con una gingivitis severa en la época de la adolescencia; y que se mantuvieron bajo la supervisión de un buen odontólogo a lo largo de los años; logran saltar a la fase adulta sin mayores daños. Sin embargo; otros que no lograron un buen control – no sólo de la placa bacteriana, sino también de sus vidas en el sentido más amplio de la palabra – acaban volviéndose potenciales pacientes a recibir implantes oseointegrados.
La pubertad
Se define como el período de transición entre la infancia y la adolescencia, cuando ocurre el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios y la aceleración del crecimiento, llevando al inicio de las funciones reproductivas. En esta fase, se observan cambios como el crecimiento de los pelos, el crecimiento de los testículos y la aparición de los senos, además del aumento de la cadera en las niñas y del tórax en los varones. El marco principal de la pubertad para los hombres es la primera eyaculación, que ocurre en promedio a los 13 años. Para las mujeres, es el inicio de la menstruación, que ocurre en promedio entre 12 y 13 años.
Además de todas estas características físicas que aparecen en los individuos que se encuentran en la pubertad, y del desequilibrio hormonal presente en esta fase de la vida; no se puede olvidar las características comportamentales asociadas a este período. Ellas pueden reflejar un mal control de placa; llevando a la mayor acumulación de factores etiológicos para la aparición de algún tipo de enfermedad periodontal, más específicamente la gingivitis. La no percepción de estos cambios conductuales por parte del odontólogo, además del no enfrentamiento de ellas, puede traer consecuencias graves que el paciente cargará por toda la vida.
Clínicamente, durante la pubertad, los signos inflamatorios de la gingivitis pueden presentarse bastante exacerbados, con intenso eritema y edema pronunciado.
Puede ocurrir una reacción de hiperplasia gingival, principalmente en las áreas interproximales, donde existe la acumulación de alimentos, de placa bacteriana y de cálculo depositados. Los tejidos inflamados pueden ser lobulados y retraídos. El sangrado puede ocurrir durante el cepillado dental y la masticación. Muchas veces, el sangrado generalizado puede ocurrir con cantidades mínimas de biofilm, como consecuencia de los cambios hormonales presentes. El odontólogo debe evaluar cada caso de manera individual.
El tratamiento periodontal en individuos que se encuentran en la fase de la pubertad consiste en un riguroso control mecánico de la placa bacteriana a través del cepillado; con énfasis en el uso del hilo dental y el mantenimiento de niveles aceptables de biofilm. El control químico con el uso de la clorexidina tópica al 2%, o en forma de enjuague a 0,12%, también puede ser realizado. En el aspecto de la intervención directa del odontólogo; un meticuloso raspado dental y cepillado radicular para descontaminar la pared dental de la bolsa periodontal deben ser ejecutados cuando sea necesario. Esto debe ser hecho para mantener la salud obtenida; monitoreando siempre la forma en que los cambios conductuales influencian en el control del biofilm.
El más importante en esta fase de la pubertad es concientizar a los niños o preadolescentes de la necesidad de los cuidados de higiene bucal que deben tener, a fin de evitar mayores manifestaciones periodontales
Esta conciencia no es una tarea fácil de realizar por el dentista, ya que los cambios conductuales son acentuados, dificultando la aceptación de las recomendaciones de este paciente. La ayuda de higienistas, psicólogos, psiquiatras o psicoterapeutas puede ser muy útil para los casos en que no se consigue la colaboración de estos pacientes, a fin de que ellos lleven buenos hábitos de higiene oral por el resto de sus vidas y no se conviertan en futuros candidatos a recibir implantes por pérdidas tempranas de elementos dentales.
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